martes, agosto 26, 2003

Cruce de caminos










El refugio cotidiano contra lo extraordinario es un presente que buscamos sea lo más monótono posible, imágenes que se repitan cuadra tras cuadra y que nos brinden la seguridad de que todo transcurre como debe ser. Con una lógica perfecta. Tu mirada barre lentamente la avenida revisando cada centímetro de polvo, registrando las imágenes sucesivas a tu paso, las que vas dejando atrás, las que llegan en un cambio permanente. Aún con esto, lo que en realidad se esconde en tu cerebro es la imagen de un pizarrón manchado de gis que avisa: Examen de historia mañana 7:00 A.M.
Sabes que es tu última oportunidad. Tienes apenas el número mínimo de asistencias para no perder derecho a examen. El primer parcial lo has reprobado con apenas dos respuestas correctas de diez. No te queda entonces de otra, a menos que quieras enfrentar la furia de tus padres, el sarcasmo del profesor, la conmiseración de tus amigos, que ahora sí, tomar el libro y ponerte a estudiar hasta que el cuerpo aguante. Y más te vale memorizar bien todo porque la calificación debe ser perfecta o no habrá futuro. Tratas de infundirte ánimos: finalmente la revolución francesa no debe ser un tema tan difícil.
No podrás negar que lo intentaste, realmente lo intentaste, tu cuaderno está lleno de notas, a tu lado una botella de dos litros de coca-cola vacía, una taza que alguna vez tuvo café también vacía, la ventana abierta y el viento frío de la mañana que debido a tu cansancio no logra despertarte.
Y aunque raras veces sucede, en algún punto la sucesión monótona del tiempo se resquebraja, si hubiera un guardián podríamos aplicar el símil de que se descuida unos segundos y la presa escapa, y se abre un pasaje en el que presente, pasado y quizá futuro se desvanecen en sólo un instante.
Así fué: una caída en medio de tu sueño que te despertó con un fuerte golpe contra el piso. Un par de fuertes manos que te sujetaron y el peso de unas cadenas de metal oscuro.
Dos días después tu fotografía borrosa adornó un pequeño espacio de algún periódico. Servicio Social, el pasado día desapareció el joven...
Claro que tú no supiste de ello, incluso ahora ni te apura. ¿Qué se sentirá morir guillotinado?