martes, mayo 04, 2004

Citando a Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal *****

"CARLITOS DESEMPLEADO

Mi vida laboral siempre ha sido una serie de pequeñas desgracias y maravillas. Hasta hace seis años jamás me vi en la necesidad de trabajar para vivir. Más que necesidad se trató de una decisión tomada con descuido; estaba en una fiesta en Tijuana y un amigo tuvo a bien decirme que yo debería venir a vivir a esta ciudad. En mayo del 98 empaqué mis cosas y me mudé. Me divertí de lo lindo hasta que mis ahorros se agotaron y me vi en la penosa necesidad de conseguir empleo.

Fue un amigo quien me invitó a impartir dos clases. Sociología de la cultura y Semiótica. Podría decir que desde entonces la vida académica se convirtió en mi vocación, pero no. Prefiero ver todo el asunto de investigar y dar clases como algo que disfruto más que nada. De cuando en cuando me he tomado mis pausas para dedicarme a lo que algunos académicos llaman "ejercer". Esas temporadas han sido cortas, pero si hay algo que me han dejado claro, es que jamás debo hacer algo que no quiero.

Estar en el lugar incorrecto, con la gente incorrecta y haciendo cosas que uno puede llegar a detestar, no suele resultar sano. Así que vale más optar por los propios intereses y decir adiós a todo aquello. La aventura más reciente fue una oficina de gobierno. No es que el trabajo dentro de la administración pública me resultara del todo ajeno, pero sin duda este ha sido el trabajo más aburrido que he tenido. Fui educado para caer mal, no para recibir órdenes y maquilar libros. Ni modo.

Así que hace una semana decidí apelar al magnífico poder que da la seguridad material, y renuncié de una vez por todas a aquello que tenía mi vida hecha un desastre. Ahora mi tiempo vuelve a ser mío y puedo dedicarlo a lo que más me place. El dinero es lo de menos. Tener que pagar la renta no justifica la insatisfacción.

Dice un amigo que en los últimos años me he vuelto adicto a los cambios repentinos. Que ir de una ciudad a otra, de un empleo a otro se ha vuelto mi pasatiempo favorito. Pero no, más bien me he vuelto adicto al azar, al vertigo que produce la incógnita constante. Otra amiga dice que lo que me pasa le pasa a todo el mundo, que estamos en la edad en la que estamos buscando un "where", un "who" y un "how to settle down"; hasta cierto punto tiene razón.

El "where" es lo de menos siempre y cuando el "who" (que es uno mismo) sepa que hace lo correcto. El "how" está determinado por una serie de factores sobre los que uno no necesariamente tiene algún tipo de influencia. Esta semana, platicando con mi ahora ex jefa (amiga de hace años), me encontré frente a una pregunta casi casi sofista: "¿qué vas a hacer cuando se muera tu mamá?, vas a estar solo..." Menuda pregunta viniendo de alguien a quien le dejaste la renuncia sobre el escritorio el lunes. Extraña, sin duda, sobre todo cuando la formula una mujer que en su momento fue una madre adolescente, es divorciada, con dos hijos, y vive con un tipo varios años menor que ella.

¿Que qué voy a hacer ahora? Por lo pronto hacer lo mismo que hacía antes de que me invitaran a aceptar este "super empleo": leer, escribir, ir a fiestas y dar un par de clases. ¿Que qué voy a hacer cuando mis papás se mueran? Llorar, seguramente; sentirme desamparado por ver cumplido mi gran temor de la infancia, pero también heredar una cantidad que me permita un fresh start. ¿Que si le tengo miedo a morir solo? Peut etre, pero la soledad no es algo que uno pueda decidir, evitar o contrarrestar sólo por miedo.

Por lo pronto este fin de semana he celebrado en privado con sendas botellas de champaña, porque todo en la vida es según el cristal con que se mira, y porque en el mar (y con burbujas) la vida es más sabrosa."

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