viernes, septiembre 05, 2003

3. Bar Calavera










Tu nombre es Helena. Pero también es Nisa. ¿Importan realmente los nombres? toda historia se forma de una suma de desencuentros. De abrir la puerta en el momento justo, descolgar el teléfono antes de que el otro corte. Se escucha el timbre. Con desgana bajó las escaleras. Era viernes. Una vez más el foco de la entrada al edificio estaba fundido. Su sombra se alargó hasta deformarse y confudirse en la penumbra. Eran Carlos y Adrián. Venían por él. A rescatarlo sin saberlo del recuerdo de Nisa. A contarle de la noche anterior en La mutualista y la alegata con Fadanelli. Brita Urias había regresado de la playa. No sabía porque lo recordaba. Esa mañana Alicia le había escrito en el messenger que tenía un par de días sin poder oír nada. ¿Por qué se acordaba de eso en el trayecto del segundo piso a la planta baja? Nisa o Helena. ¿Importan los nombres? Nisa no estuvo en el bar Américas. Fue el cumpleaños de Lu. Dj Lennon no estaba inspirado esa noche. También había visto a Laura. ¿O fue en otra ocasión?Es irrelevante. Lo que le importa es que no encontraba a Nisa. Barra libre de Vodka. Por eso pensó en ella. En la fiesta de Marco. En el paso de los días. En el no saber en que momento esas horas fueron reducidas a una imágen entre tantas otras. A los labios de Nisa derritiéndose. A la mirada de Helena perdida y derrumbándose. Y ahora tu turno. Tu «no comprendo». Hace un par de horas salió a caminar para despejarsu cabeza. La humedad y el frío lo hacían sentirse nuevo. La tarde-noche comenzaba embriagar de sombras esas calles. Sus pasos resonaban como el murmullo se hace eco en un poema de Villaurrutia. Los discos de Adrián reposan en el librero. Los cuadros de Carlos cuelgan de las paredes de la casa. Su nombre es Bruno. Como en El perseguidor. «Dédee me ha llamado por la tarde para decirme que Johnny no estaba muy bien». Helena, no Nisa, porque no tiene mi número de telefono, ha llamado para decirme que no alcanzaría a llegar esta noche. Recuerda la imagen de su departamento justo cuando abrió la puerta para bajar las escaleras. Por el ventanal abierto veía los edificios más altos de la avenida Lafayette. Las estrellas rojas parpadeantes que coronan las altas torres de metal y vidrio. Todo en penumbras. En la habitación una lámpara encendida. El monitor de la computadora, su oráculo, centellando. Aguardando las palabras de Nisa. En vano. Carlos y Adrián esperando que bajen a abrir la puerta, cobijados por la oscuridad de la calle. Brita Urias y Alicia Esquivel habían pasado la última semana en la playa. Regresaron ayer. Se habían visto también en el Bar Américas. Ahí le contaron de sus planes. Bruno: «¿cómo se puede pensar un cuarto de hora en un minuto y medio?». Lu me ha llamado para invitarme a un programa de radio. Me ha dicho que todos en la oficina están bien. Quedamos de vernos la próxima semana. Quise contarle de Nisa pero guardé silencio. No recuerdo en que momento nos despedimos. De pronto el teléfono ya no comunicaba. Era sólo el tono repitiéndose infinitamente. Helena ha llamado para decirme que su nombre es Nisa. Carlos y Adrián miraban como descendía los últimos escalones. Y uno de ellos, no se quién, intenta hacer una seña, que se diluye en un movimiento inseguro de la mano, a manera de saludo, querer decir somos nosotros y te estamos esperando. Pero sólo pensaba en Nisa. Y en Roberto Bolaño que murió hace poco. Sin saber porque en realidad recuerda a Bolaño. Tal vez por Johnny. Aunque en apariencia nada tiene sentido. Tal vez por Nisa. Estiró la mano para abrir la puerta. Carlos le prestó «La mirada de Ulises». Adrián lo tomó de los hombros mientras lo invitaba al Calavera.¿Qué decir cuando todas las palabras son Helena y Bruno. Ricardo y Nisa. Porque todas las palabras eran traducidas en esos cuatro nombres. Todas las frases eran esa letanía. ¿Importan realmente los nombres?