jueves, septiembre 04, 2003

¡He llorado tanto que las fuentes de mis lágrimas se secaron: ya no puedo llorar: ni una gota me resta! En mis largas noches insomnes se quemaron mis ojos llorando por ti y atisbando el silencioso mensaje de las llamas. ¡Cuántas veces en sueño el leve rumor de un mosquito estridente me despertaba y era más grande mi congoja viendo males mayores que los que en sueños había visto!
Clitemnestra, Esquilo