domingo, junio 06, 2004

Mapas Interiores IX

IX

IX

para enamorarme no necesito tu consentimiento
dame, dame un solo beso que dure más que una mentira

Babasónicos

Tú, siempre tú. delante de un falso telón. de una tela de araña mentirosa. dos noches has bajado a este cuarto miserable.
el durmiente ha dejado la desnudez del lecho para abrazar tus temores. tus manos y pies fueron encadenados. a la distancia,
el uluar de una sirena de barco, anuncia la partida de los ángeles que bajo la ventana cantaban sobre una playa de Rio de
Janeiro.

Tú, siempre tú. con esa cara de inocencia. de hermana. lo cierto es que tu sonrisa esconde un par de colmillos y una lengua egoísta, y que una noche mordiste mi brazo y el veneno adormeció el espíritu. quedé ciego desde entonces. y te proclamaste mi guía, mi barquero. al final me abandonaste. aunque nada se abandona totalmente. sé que estamos unidos por las confusas circunstancias. y así, desnudo en esta cama cubierta de cenizas de un fuego extinto, clamo por tus brazos, por tus muslos amplios y tu cadera estrecha, y con mi sangre dibujo en la pared el contorno de tu vulva. y un último recuerdo me lleva a la visión de una flecha de plata que se aleja por la avenida, a un hombre que busca esconderse de la noche bajo las raíces de un frondoso árbol.

Tú, siempre tú. conduciendo por la ruta hasta los momentos más ignotos. a las calles más densamente perdidas de una ciudad perdida en el laberinto de tus venas. pasaje de no retorno. luego tus ojos. tu boca clausurada después de aquel beso. condenado. una invisible tela de araña. red. trampa. me quede mirando el viaje de tus movimientos. tras de ti un aura luminosa. la cauda de un cometa de feromonas. los recuerdos. la piel húmeda.
tú, siempre tú. la de nadie. viene y me desnuda en este lecho. y la saliva de su boca gotea sobre mi lengua. el camino donde mi mano recibe el aguijón del alacrán ardiente. donde tu pecho se agita. y unos pezones invisibles alimentan el mar más callado. mi muerte.

Tú, siempre tú. la hechicera. la diosa. Judit con la espada de Holofernes. la de ojos de gorgona. la que me convierte en estatua. soy mármol. tus manos alguna vez me transformaron. tus lágrimas me dieron vida. en mi brazo tengo la marca de los fieles. el 666 de tu lascivia. en el corazón un altar negro
y en la tela de araña
se agita mi cuerpo
mientras tú tan sólo me cubres
con tus venas
de goma líquida, opio,
para verme morir
     lentamente
     lentamente
     lentamente