viernes, mayo 28, 2004

Nuestra propia Ilión

Y ahí estabamos. Carlos Maldonado, Ángel, otro amigo y yo. Ray y Pollo se habían ido. Minutos antes había comenzado el enfrentamiento. Los chavos de la UNAM se habían dejado ir con todo contra los antimotines. Con palos y varillas metálicas comienzan a golpear sus tobillos. Los policías tiene orden de aguantar. Eso no lo dice la televisión horas más tarde. Fotografías y más fotografías. Y entonces se soltaron los demonios. Desde el techo de uno de los puestos de periódicos alguien advirtió que venían más antimotines por Juárez. El grupo del CGH se dividió en dos. Los Anarcopunks que hasta ese momento no habían participado en la batalla comenzaron a marchar hacia atrás. Los unamitas les gritaban que eran culeros por dejarlos solos. ¡Ah! las arengas. Una chica buscaba que todos nos sumaramos a su ataque. La adrenalina en el aire. La tensión latente. Uno y otro ataque rechazados. Y entonces comenzaron a caer. ¡No corran! ¡No corran! El grito que se oía. Retroceder caminando con la policia a la espalda. La esquina de Pedro Moreno perdida. Humo verde. Gas de pimienta en la garganta. Toser. El humo blanco es el lacrimógeno. Llevarse la playera a la nariz. Comprobar que funciona. Ver como alguien toma la bomba y la arroja contra los antimotines. Retroceden bajo su propio fuego. En los balcones han desaparecido los espectadores. Algunos pocos se suman a los muchachos. Gente de traje. ¿Serían inflitrados? Cómo saberlo. EL bloque negro no es de improvisados. Ver como arrancan los botes de basura y los arrojan contra los escudos. Desmontan no sólo los cilindros para basura, también los soportes metálicos, quitan las jardineras, los postes de señalamientos... Todo termina a los pies de los antimotines. Ver como los policías se hacen para atrás y se reagrupan. No más gases. Y entonces se dejan venir corriendo. Los Anarcopunks hasta es momento espectadores levantan sus palos y se defienden. El choque digno de Aquiles y Héctor, de griegos y troyanos. Pero esta tarde los dioses están con los uniformados. Paso a paso van recorriéndo a la gente hacia el sur por 16 de septiembre. Nos pegamos a la pared del Sanborns. Los negocios cerrados. Desbandada general. A 15 metros los uniformados corriendo macana en manos. Correr. Recargarse en la pared. No detenerse. Sacar la cámara. Y apresurarse hasta López Cotilla. Los antimotines se detienen. Los del CGH se reagrupan. Nueva arenga. Para derrocar al gobierno fascista y opresor. Sonrío. En que mundo viven estos chicos. Y entonces. El cristal a mi espalda revienta. Discos Aguilar. Quetzal y los pocos pacífistas que aun quedan repiten a gritos: ¡No violencia! ¡No se vale! ¡Ese no es el plan!. Nadie hace caso. Nuevos golpes al vidrio. por un rato nadie se mete en la tienda. No mientras estamos al lado del cristal roto. Pero entonces los antimotines vuelven al ataque y corremos. Algunos sacan discos. De cualquier manera no son títulos atractivos. Los policías organizados, con refuerzos y sobre todo furiosos (llevan más de dos horas de soportar injurias, golpes en los tobillos, gases, sin poder hacer nada excepto aguantar). Caminamos. Ahora los tenemos a diez metros. Mejor correr. No, correr no porque si corres van a pensar que estas con ellos. Damos vuelta en Madero. Ahi se detienen. Nos miran. Estamos quietos. Alguien ha roto el vidrio de Banorte. Carlos, Ángel y su amigo avanzan hacia 16 de septiembre. Me quedo atrás. Tengo miedo. Realmente tengo miedo. No tiemblo. Ni me siento aterrado. Nada más sé que tengo miedo. Hemos visto como trataron a los que alcanzaron. No lo quiero para mi. Mis amigos han dado vuelta en la esquina. Los alcanzo. La multitud ha desaparecido. Algunos quedaron atrapados en pleno centro. Cercados. Nosotros enfilamos hacia el sur por 16 de septiembre. Los ánimos sorprendenmente parecieran calmados. Apariencias. Retirada. Ellos han ganado la batalla. Se acercan ambulancias. Nos hacemos a un lado. Oscurece. Caminamos hasta avenida La Paz. Compramos agua. Vamos a la oficina de Ángel. En la radio Ricardo Salazar y su equipo de reporteras nos enteran de las últimas noticias. Afuera, por las calles, el estado de sitio. Se escuchan sirenas. Poco a poco la lluvia, ligera pero continua, va regresando todo a su cauce ¿normal?.