domingo, junio 06, 2004

Mapas Interiores VIII

VIII
VIII

que tú ves que yo veo sólo una grande negrura, la misma
negrura que yo veía que veías

Eros Alesi

Ella es la coartada de tu llanto
el templo de tu cuerpo asustadizo, frágil
y otro cuerpo que te abraza
que aprieta tu rostro contra el pecho
y atrás la confusión.
Vi que apartó los brazos en busca de una campana
marcar la hora de la prisa
y después escapar a las calles sin destino.
El llanto era coartada.
Salir de casa
los autos células vivas de una sangre oleosa
petroquímica.
Busqué tu rostro en cada rostro
que venía a mi encuentro
cada uno viejo y repetido
iguales y uniformes
Atravesé las calles y era invisible
nadie miraba
las sombras de la ciudad
me atravesaban inclementes.
En lo alto de una torre un vigía
se relame los labios saboreando (anticipadamente)
mi sangre.
El primer emisario fue un cuervo
sus negras alas cubrieron
el sol privado de un candil de mil candelas
Primera llamada
Me encajaste con más fuerza en el corazón la ciudad
en las calles el poniente y el norte, oriente y sur
y un viento frío escapa de las bocas de tormenta
y un nauseabundo olor corona
las copas de los árboles
y en incesante cacareo
una orquesta de automóviles histéricos
fulmina los oídos con su canto agudo y doloroso.
Llegué junto a tu puerta
naúfrago
robinson amnésico
las venas palpitando en los brazos
corolario, coda
los estigmas de mi fe en la frente y en las manos
Tras la puerta el eco de una televisión encendida
por la escalera
los gritos de un niña que conduce a la madre al matadero
me escondo de su trote en el quicio de la puerta
un leve temblor en el piso y las paredes
ha pasado el camión
y se lleva a la niña con su madre
en mi talón la flecha sigue encajada
he dejado gotas de sangre en cada escalón del edificio
tú del otro lado
tal vez desnuda, mirándote al espejo.
Fui cobarde
di marcha atrás y preferí perderme
Afuera
los rostros siguen iguales
y busco el tuyo
Señor todopoderoso, creador de tierra y cielo a imagen y semejanza:
esta es la ciudad
Segunda llamada segunda llamada
En la torre el vigía observa atento y divertido
un segundo emisario
buitre de mirada torva y alas extendidas,
su respiración el motor a chorro
de un B 52
planea sobre mí, a las 12 en punto arroja
las garras afiladas y brillantes
—señor ten piedad
—señor ten piedad
Ninguna campana se escucha en el horizonte
¿Dónde estás Viel Temperley? ¿Dónde estás?
La sombra del buitre se desvanece
como el velo de los rostros
tras el velo otro velo
La ciudad es la puerta de tu casa
Cierras los brazos
Tu cuerpo sigue abrazado a ese cuerpo
y baila
Miro voyeur
soy el vigía de tus movimientos
la torre mis ojos, mi boca
las almenas de donde brotan furiosas
las palabras, ejército
pongo sitio a tu alma, al cuerpo
hasta conseguir su rendición
(hasta la victoria
siempre)

Tercera llamada
Telón de oscuridad.
En la torre verdadera el vigía
enfurecido abre su boca
la última bestia se desliza
el mar negro del cielo
y es la noche
un dragón de tres cabezas
sus alas nubes de tormenta
agua envenenada anega la ciudad
mierda escurre de los árboles
y cae por las sedientas bocas de tormenta
nauseabundo río
vomito las entrañas
Abro los ojos:
mi cuerpo se desliza hacia un horno de llamas crepitantes
a mi lado todos lloran
Abro los ojos:
el dragón abre sus fauces pavorosas
fuego
me consumo en ese fuego
eres fuego soy
mi cuerpo, nunca fénix, se consume
cenizas sólo quedan
alguien las arroja al río
que las arrastra calle abajo
se escucha un erupto entre las sombras
No hay resurrección
No hay resurrección