lunes, mayo 10, 2004

Notas mientras trabajo en la portada del libro de José Antonio Neri

I
Los últimos días han sido agitados. Más que una agitación física una agitación mental. Pasar varias horas del día sentado en una silla intentando vender libros mientras la gente pasa sin detenerse siquiera a hojearlos produce que el tiempo se utilice en reflexiones. Pero reflexionar no es sinónimo de entender las cosas, o de sesudas meditaciones sobre los temas más profundos del ser humano. En todo caso es asumir los pasos en falso que uno ha venido dando en los últimos meses. Asumir los errores en la toma de decisiones y afrontarlos. Apartar lo que enveneno nuestra vista y llorar las suficientes lágrimas por lo perdido. Detener entonces el llanto y suponer que más tesoros habrán de encontrarse en el camino.

II
No obstante, la desorganizada feria municipal del libro no ha dejado sólo meditaciones, también nuevos amigos, o mejor dicho amigas: Claudia, Lissi, Ana Claudia. Las tres cercanas al poeta Luis Armenta, alumnas de su taller, pero que el tiempo compartido bajo la sombra del stand nos ha permitido estrechar lazos literarios y amistosos.

III
Satisfacción de algún modo. La revista se vende. Lentamente. Al menos una diaria. Los libros de manera más lenta. Nos urge una verdadera asesoría en mercadotecnia, promocionar a nuestros autores, saber que tipo de lectura la gente se animaría a comprar, quizá cambiar el diseño de las portadas, o simplemente mejorarlo, o editar un libro verdaderamente comercial que sustente lo demás, etc... Ideas sobra, el problema, como siempre es llevarlas a cabo.

IV
Un suspiro de insatisfacción. Después de seis años apenas tratando de arreglar los asuntos de la titulación. Hace seis años la vida parecía prometerlo casi todo. Últimos semestres de la carrera, "Antes de estar" publicado a nivel nacional en Tierra Adentro, comienzos de "La Voz de la Esfinge" como tríptico literario, esbozos de la editorial con Hilda Figueroa, una pareja por la cuál luchar, algo de fama... ¿Qué sucedió entonces? Ni yo mismo lo sé. Hay éxitos por supuesto, pero de mi como autor casi nadie sabe salvo la gente más cercana. Dicotomia: nunca me preocupe por lo que los políticos procuran hacer todo el tiempo: salir en la foto. Silencio. No publicar nuevo libro, no establecer lazos con otros escritores contemporáneos, dejar que las cosas fluyeran. Ahora caigo en cuenta que quizá eso fue un error. Ahora que leo antologías, tanto de narrativa y poesía, autores que conozco, que leo algunos con más gusto que otros, comparo mis textos y descubro que no estoy ni más lejos ni más cerca de ellos. Pienso en que basta de silencio. Sin embargo sucede lo mismo que con la Tesis. Seis años después los asuntos se complican, hay que buscar en los archivos calificaciones olvidadas, pagar adeudos, hacer que los engranes reaccionen. En literatura, luchar contra el grupo en el poder o integrarse, coquetear y mantener la independencia. Ahh el arte, es un juego de poder. Y en el fondo sigo tan ingenuo como siempre.