sábado, mayo 08, 2004

Paisajes interiores

II

II

Hay movimiento
tu condena es el vacío de la pausa.
Ciudad: radiografía donde calles translúcidas
dejan su huella ósea en los pasos que develan
los transeúntes cada esquina.
¿Qué esperan? Tiempo detenido.
Vértigo en cada luz roja del camino,
un temor al infortunio anunciado cuadra a cuadra.
Autobús:
fibra óptica de asfalto, un nudo,
tu garganta es nudo, cae de la rama más alta
muere
la horizontal y el tiempo
claroscuro
un espejo retrovisor donde el pasado
no alcanza a ser mirado.
El desfile de rostros
es constante.
Una sombra, un vaho, una llama grisacea
en el mercurio:
el espejo razgado, par
tido
en fragmentos.
Los recuerdos son la noche.


Hay movimiento
en el gris de las nubes borrascosas
en el viento que agita la copa de los árboles
en el respirar de la gente que cruza y descruza la avenida.
Una mano invisible te conduce. Una mano borrosa, apenas perceptible.
Asciende la mirada
cada escalón de luz una parte de ti.

Hay movimiento
siempre
en lo estático. Cada
instante
es par
padeo.