sábado, julio 10, 2004

De trinidades, lomos y emigrantes

La santísima trinidad de este blog

La santísima trinidad de este blog

En mi caso, hablar de autores de cabecera, más que una presunción es una profesión de fe. Un credo muy particular que no busca convencer a nadie de los milagros de uno u otro. Los adeptos pueden serlo por libre voluntad. A nadie quiero imponer mis gustos. Y aún dentro de estos tres no ubico, Padres, hijos y espiritus santos.

A Julio Cortázar lo comencé a leer alrededor de 1995 gracias a Martín Almadez (poeta de esta ciudad). En aquel tiempo yo cursaba la preparatoria, mis lecturas habían sido salvo excepciones, aquellas que marcaba el programa de la asignatura de Literatura española en la secundaria. Ya había escrito algunos versitos, dizque una obra de teatro y canciones para una supuesta banda de rock que formaríamos cuatro amigos, de los cuales ninguno sabía tocar ningún instrumento, de más está decir como acabó aquello.
     Cierto día, leí en el periódico una nota sobre una lectura de un taller literario con el nombre de "Julio Cortázar". Fue la primera vez que oí mencionar a un taller literario y también la primera vez que supe de Julio Cortázar. Ante la perspectiva de que alguien me pudiera orientar respecto a mis ansias literarias me llevó a anotar la dirección de donde se impartía y los horarios. El mencionado taller conspiraba las mañanas de los sábados en el auditorio del Museo de la ciudad. Llegué pues la mañana del sábado siguiente con la intención de buscar al mentado Julio Cortázar. Lo que vi me perturbó un poco, ningún tipo con apariencia de escritor, sólo muchachos y uno un poco mayor que ellos que algo decía de un cuento de Edgar Allan Poe. Algún sexto sentido me indicó callar, tomar una silla y aceptar la copia que me ofrecían. Grande fue mi asombro cuando tras la lectura y los comentarios del cuento (aquel del Gato tuerto), la siguiente copia que pasaron fue la de un texto titulado "Orientación de los gatos", aquel que comienza «Cuando Alana y Osiris me miran no puedo quejarme del menor disimulo...», cuyo autor desconocía resultó ser Cortázar. Martín, que hasta esos momentos yo creía Cortázar (y ahora no puedo menos que reírme de ese equívoco), reveló el nombre del autor y suspiré aliviado comprendiendo de inmediato el ridículo que por poco estuve a punto de cometer.
     Creo después cayó en mis manos El perseguidor, en la edición de libros super de bolsillo que algún tiempo editó Alianza Editorial, y que se vendían realmente baratos. Hasta que a mis 17 o 18 años el ladrillo llamado Rayuela pudo caer entre mis dedos y acompañó gran parte de mis viajes de la prepa hasta una oficina que mi padre tenía en la colonia las Aguilas.
     Por supuesto, a partir de ahi mi concepción de la literatura cambio... y esta historia no acaba aquí...

A Paul Auster no recuerdo con precisión cuando comencé a leerlo. Quizá gracias a Jazmín que supongo lo leyo gracias a su mamá, la escritora Guadalupe Ángeles. Sin embargo lo que me dejó marcado, y que recuerdo como principal motivo para elevar a Auster al culto que hoy le profeso fue curiosamente un comic. Originalmente publicado bajo el título Paul Auster`s City of Glass (Avon Books, Nueva York, 1994. Dibujos: David Mazzucchelli) y basado en la historia «Ciudad de Crital» incluida en Trilogía de Nueva York (editado por Anagrama), parte de los cuadros fueron publicados en el suplemento Sábado del periódico Uno más uno el 26 de febrero del año 2000, cuando Mauricio Montiel fungía como director del mismo en su segunda época, en un número dedicado en buena parte al escritor estadounidense. Como decía, ya había leído la famosa trilogía por lo que el contenido de los dibujos no era nuevo para mí. Lo que me emocionó, y que hoy, a pesar del tiempo transcurrido todavía no puedo explicar, fue la excelente adaptación del texto al comic. Lo que fue una de las escenas que en la versión escrita más me había alterado, en la que Daniel Quinn, el personaje principal, toca en la puerta de la casa de Auster, y Auster se convierte a si mismo en personaje, en estos pocos cuadros impresos en el periódico la magia de la literatura y el dibujo llega a ser magnífico a pesar de ser sólo un fragmento. No logro explicarlo, ni puedo entenderlo. Creo que quizá fue el vislumbre de la posibilidad de que la literatura no tiene que encasillarse al papel y al libro y a la letra. De que hoy más que nunca la posibilidad de mezclar diversas disciplinas puede ser una respuesta a la búsqueda de un "qué decir".
     Prometo escannear esos dibujos y subirlos al blog.

A Roberto Bolaño lo conocí a través del suplemento Babelia. Ni siquiera fui de los que se convirtió en seguidor a raíz del Premio Herralde que ganó con Los detectives salvajes. En Babelia hablaban de los mejores libros del año, un recuento creo de 1998 o de 1999. Entre ellos se encontraba esta novela. Confieso que la portada y el nombre habían llamado mi atención, pero imaginaba una historia de detectives estilo «Los intocables». Mi sorpresa fue mayúscula. El retrato del mundillo literario del DF de los setentas me encantó. El ritmo. El estilo. Para mí fueron tan refrescantes como en tiempos anteriores lo había sido Rayuela. El pasaje por ejemplo donde Octavio Paz y Ulises Lima se encuentran en el parque hundido, relatado por la secretaria de Paz, es simplemente genial. De lo mejor de la literatura en Español. Creo que lo que me enamoró de Bolaño fue ese tono escritural decadente, de resginación, derrotado, que tiene. Arturo Belano y su saga fragmentada sin ser por supuesto algo novedoso, se convirtió pronto en un personaje tan entrañable como Quinn, como La Maga, como Oliveira.

(continuará... bueno, tal vez)


Mis primeras lomos

Mis primeras lomo(tomías)

Jules me prestó a Holga. Fue la tarde que vimos una película rusa. Que los adultos en plenitud chacoteaban en la sala del cine como adolescentes en crisis hormonal. Que a la salida brillaba el sol y ella encandilada se apretaba las sienes que incesantemente la sangre martilleaba desde el dia anterior. Me había explicado el funcionamiento. No enfocar. Presionar y listo. Tomas extrañas. Sobre-exposiciones Y la libertad que me dio no tener reglas fue pasmosa. Pero al mismo tiempo intrigante. Como de pronto caer en una anarquía. Lo más sorprendete de este no tener reglas es que las necesitaba. Al menos unos cuantos pasos a seguir. La sorpresa ante un horizonte tan amplio por ,o mismo inabarcable. He aquí pues una selección de ese primer intento. Y me enamore... habrá más lomos...


Brita Urias, la petite fille de radio udg

Brita Urías, alias la Lia

Que la gente siempre se va. Que todo instante de por si es partida lo podemos comprobar practicamente todo el tiempo. En cada esquina un viaje. En cada blog un viaje. En cada palabra que sale de nuestras bocas. Así, esta señorita, muy afrancesada, tiene a bien abandonarnos para continuar sus estudios de la carrera de letras, que no de escritora, en el país donde la luz es siempre luz entre 9 y 10 de la mañana. Si mal no recuerdo se va en septiembre. Y acumula nuestras envidias. Consuelo, que no va a París... que era una fiesta según Hemingway y que nunca termina según Vila Matas. Esta fotografía fue tomada por uno de nuestros corresponsales en la ciudad Afgana de Tabul-hamid, cuando Brita se infiltró disfrazada de musulmana en un intento fallido por impedir la destrucción de los budas gigantescos, recordarán ustedes el episodio. Según fuentes de espionaje en realidad la misión fracaso porque se hizo amante de Bin Laden. Esta versión no esta confirmada. Sea lo que fuere, el desprestigio que le causó este fracaso la llevo a terminar como redactora y ocasional productora de noticias en Radio Universidad. Por lo pronto si la encuentra en la calle procure hablarle en francés, si se violenta puede ser peligrosa. Además aprovechamos este espacio para pedirle que por favor ya encuentre los negativos de las fotos más sexys que le han tomado porque se necesitan...
     ¡Te queremos Brita te queremos! Un abrazo