martes, junio 29, 2004

Notas a lo largo de una tarde (y parte de la noche)

En ocasiones me gustaría hablar de tantas cosas que si pusiera manos a la obra me sucedería como a Funes, el memorioso, personaje de un genial cuento de Borges, que tiene la capacidad de recordar cada momento de su pasado con exactitud cronométrica con el inconveniente de que recordar sus vivencias le lleva el mismo tiempo que le llevó vivirlas. Confieso pues, carecer de esa capacidad. Así que en vista de ello esta tarde he decidido escribir en párrafos breves y numerados lo que no he podido contar de los más recientes fines de semana, pensamientos, memorias, citas y demás miscelánea mientras sobre el papel de un cuaderno escribo un cuento pendiente y abrevo de la sabiduría de varios libros... por cierto, Sarah Brightman suena en el estereo...

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- I love you, Pumpkin.
- I love you, Honey Bunny.
- Everybody be cool this is a robbery!
- Any of you fuckin' pricks move, and I'll execute every motherfuckin' last one of you.


1
La única actitud auténtica ante el arte es y será siempre una paticipación sentimental y emotiva;aunque, claro esta, todo depende de que mi sentimiento sea acertado o desacertado, y de que mi emoción se justifique o no; hay que lograr ante todo la pureza del sentimiento.
     El primer paso hacia esa pureza consiste en aprender a no quedarnos insensibles ante lo que nos parece obvio. Debemos hacernos sencillos e ingenuos; debemos preguntar consciente y expresamente por cuanto creíamos ya sabido y conocido, cambiar los grandes billetes de la comprensión consagrada por humildes moneditas; sólo así podremos llegar a la esencia de las cosas.
Johannes Pfeiffer, La poesía, brevario no. 41, FCE

2.
De cómo nos corrieron de la casa de Jovito, el de Garigoles
En un principio consideré darle un gran espacio a esta aventura. Al paso de los días se convierte en una anécdota que provoca alguna sonrisa irónica. Sólo diré que aquella noche, no importa realmente cuál, no había plan trazado, situación por demás extraña para todos los miembros de la tribu. Había acompañado al Comandante y a Lili a ver la segunda entrega de Shrek, la cuál tuvo sus detalles bastante divertidos (creo que ya todo mundo la ha visto así que me abstendré de comentar más del filme). Como habíamos ido a los cines de Plaza Pabellón y teníamos como destino final El Cuadrilátero, cuartel general del Carlos Maldonado (cuya verdadera identidad es El Santo) y amigos,así que pasamos a casa de Laura Covarrubias que estaba a medio camino porque había dicho que tenía una posible fiesta y decidimos confirmarlo. Laura, que estaba a punto de meterse a bañar, nos recibió amablemente e invitó una ligera cena. Efectivamente la invitación era de Jovito el de Garigoles, y aunque la reunión había sido una comida aún quedaban cervezas y carne para asar. Dejamos pues a Laura en sus menesteres higiénicos y tomamos rumbo a la confluencia de las avenidas La Paz y Enrique Diaz de León. Ya instalados en El Cuadrilátero no tardaron en llegar el buen Adrian Avilés y el otro Carlos, más tarde Laura. Destapamos un trío de caguamas, despachamos unos doritos tamaño gigante, y escuchamos al buen Charly, a los Petinelis y a los Babasónicos. Laura nos dijo que le latía ir al Américas porque un DJ Turco mezclaría, creo que a nadie le latió la idea. El consenso general ya estaba tomado, a la casa del Garigol mayor.
     Tomamos por Hidalgo, se suponía que El comandante, que venía en mi auto con Lili, nos guiaba, tras de mi auto Laura y Carlos en el Clio plateado de ella y más atrás Carlos y Adrián en la camioneta del primero. Nos metemos al tunel y salimos para tomar hacia el norte por la Calzada. Derecho hasta la fuente olímpica y a la derecha… y a buscar Montes Apeninos, pero antes, buscar a Carlos y a Adrián que se habían perdido. El Clio plateado Norte, el Jetta tinto sur. Los interceptamos cuadras adelante y repuesta la caravana desembocamos al cubil del Jovito.
     Uno sabe donde es bien recibido y donde no. No podría decir que fiesta. Petite comite diría Laura por teléfono al día siguiente. Nada de alcohol. Nos tocó ir por las cervezas. Apresurar el paso para poder llegar al primer oxxo antes de la 1 de la mañana (y faltaban cinco). Seis sixes Seis. Nosotros tan amables y compartidos pensando en todos los demás invitados. Risas y cerveza. La carrilla pasando de amigo en amigo. Laura que desaparece con Jovito. Minutos después el aroma a carne asada. Los gorrones que bajan del departamento al patio donde en una parrilla carbones al rojo vivo hacían que la carne luciera apetitosa. «Coman, coman lo que quieran».
     Y entonces sucedió. El comandante le pregunta al Jovito su opinión sobre un tira publicada en El diablito. El garigol casi escupe el pedazo de carne y la bilis hace presa de su higado. ¿Han escuchado la anécdota de Cristo y el sermón de la montaña?. Pues he aquí el sermón del Jovito. Y el comandante, que por algo es comandante, a punto de desenvainar el arma, pero a duras penas contenido por Lili. No repetiré las enseñanzas de ese discurso claridoso, sólo diré que siendo únicos testigos fuímos iluminados por la sapiencia de tan ilustre personaje. El Comandante, tan oscuro por antonomasia, no resistió tanta luz y decidió fugarse ante el desconsuelo de Lili. Pero era una trampa. La puerta seguía cerrada. Pasaron varios minutos que en la confusión los demás aprovechamos para devorar carne, queso y salchichas hasta que alguno de los invitados se retiro y se abrió la puerta. El comandante, empuñando una tecate, que no su arma como algunos dijeron, escapó hacia la oscuridad de la noche. Lili pedía auxilio, no a gritos destemplados por supuesto, la dignidad y el estilo ante todo, sino con una voz realmente preocupada por la suerte de su consorte. Por mi deber moral con el comandante —me ha sacado de varios líos que quizá alguna vez me anime a contar—, y más que nada por mi amistad con Lili fue que decidí también internarme en la oscuridad de la noche e ir tras el amigo. Y no tanto porque temiera que le pudiera suceder algo, que en peores hemos estado, sino para que volviera por su linda esposa. Regresamos pues. Ahora era Adrián, ese muchacho tan incrédulo e irónico, el que denostaba con sin igual poder demoníaco las alabanzas de Don Jovito. No sé si este fue el punto de quiebra. Si el nivel hormonal llego a su máximo. El buen garigol se levanta como majestuoso rey y parándose frente a nosotros, aún con tacos y tecates en las manos dice (señor no soy digno de reproducir tus palabras, pues hablaste a través de la boca de tu profeta, no me condenes al exilio del infierno si no las cito tal como fueron dichas): «Ya comieron. Ya tomaron. Ahora váyanse». Caras de escepticismo. «Es de neta. Ya váyanse». Silencio. Las llamas crepitando en la parrilla. El comandante que no se la piensa dos veces y se retira. Dudas entre los demás. «De menos permite terminarnos las cervezas ¿no?» No volvería a abrir la boca el profeta. Terminamos pues apresuradamente las cervezas y nos retiramos del cubil. Yo terminaría la noche en casa del comandante. Descorchó un tinto y seguimos compartiendo anécdotas hasta que el frío del alba anunció un próximo amanecer

3.
Un intermedio inesperado
Son las diez de la noche. En este lapso de tiempo he escuchado Counterfeit 2 de Martin Gore y Ok Computer de Radio Head. Pagué también el cable. Compré tinta para la pluma fuente. Un cable para el reproductor de discos compactos. Y lo más importante acompañado de una pintora sensible y frágil que accedió tomar un té en casa, escuchar historias de comidas favoritas y odiadas y revisar los contactos y algunas fotografías de este escribidor. Ahora Yann Tiersen toca sus melodías melancólicas y yo voy hacia el pasado…


4
La máquina del tiempo
Últimos días de Junio de 1998
«Ayer estuve parte de la tarde con Jazmín. Me agrada trabajar con ella. En sus traducciones. A pesar de que a veces nuestros puntos de vista no coinciden. Trabajamos en un poema de Edna St. Vincent Millay titulado Intermedio. De gran profundidad y dolor valiente. Digno de cualquier antología. Esta es la poesía, la escritura femenina que me gusta, la que aporta verdaderamente.

La poesía tiene que ser concisa y profunda. Valerse de cualquier trampa y subterfugio del lenguaje. Juego de espejos que refracten la imagen de manera distinta cada vez aunque semeje ser la misma.
La poesía alimenta al espíritu y lo hace fuerte. Es la fuerza que nos hace enfrentar la vida no como obstáculo sino como dice Murena, como una puerta (ventana, insisto yo)
Y sí, ahí del otro lado está el paraíso…»

5
«Sufro, sufro, sufro…» pero también quiero ser estrella de rock o de menos DJ
Parte II
Lo que sucedió el sábado
Dudo de cómo iniciar esto. Ha pasado más de una semana desde entonces. La memoria por supuesto no sigue igual de fresca y en ese lapso de tiempo han pasado muchas más cosas que han venido a ocupar el espacio destinado originalmente a estos recuerdos. Sé que por la mañana estuve en el tianguis cultural con Claudia Barreda y Lizzi Zamudio vendiendo libros. Que antes de las cuatro recibí la llamada de BEF para encontrarnos. Le dije que en el café de la librería del Fondo estaría bien y que de ahí nos moveríamos para comer en algún otro sitio. Claudia y Lizzi que iban a Chapultepec me acompañaron al fondo. BEF me impresionó, no era para menos con esas credenciales: diseñador gráfico, monero y narrador destacado. Me mostró los adelantos de lo que será Pulpo Comics una super antología de comiqueros mexicanos de ficción. Se editará con apoyo del FONCA y tendrá una calidad tal que no le pedirá nada a la revista Heavy Metal, por citar un ejemplo. Le regalé libros de la editorial y confiamos en seguir en contacto. Por cierto BEF es hermano del vocalista de Mamapulpo. Lo más chido: que invitó la comida en el Mondo Café. Nos despedimos. Caminé por Chapultepec rumbo al Fondo de Cultura. En el aire se escuchaba ya un Blues que arrancaba movimientos ritmicos en las manos. Ni señales de Claudia ni de Lizzi. Caminar. Lulú Sánchez a lo lejos y junto a ella Brita. Saludar. Brita me dice que Trilce y otras amigas de Radio U de G están en el café Azteca. Departir un rato. Dar el rol. Saludar a Cristal Esquivel antigua compañera de aventuras hoy inseparable de su novio que por sus gestos parecería que no nos quiere. Seguir paseando, escuchar a Grand Mama. La banda se prende. Decidir retornar a Chapultepec para el show de San Pascualito. Los mismos de ayer. La vampiro con lindo escote. Enrique Blanc y por lo que leí después varios amigos bloggers. Bien el sonido. Bien la banda. Enamorado. El comandante Jiménez me llama para saber donde estoy. Le digo que en Chapultepec. Queda en caerle. Yo recuerdo que deje las ventanas de casa abiertas y la tormenta que amenza me lleva a dejar la fiesta de la música por minutos. Llegó a casa y cierro la ventana, estoy a punto de partir cuando recibo una nueva llamada del comandante que me pide que le haga el paro con su caricatura para el occidental. Necesita el escanner y el internet. Le cae a casa. Caguama incluida. Le hablamos a Lu. No tiene muchas ganas de salir de su casa pero acepta. Nos veremos en puerta 22. Terminado el alcohol y enviada la caricatura nos dirigimos a puerta 22. Brita nunca llegó, ni Trilce, supe después que tuvo que desertar por problemas de salud. Las que si llegaron fueron Claudia y Lizzi. De nuevo la linda vampirito, Enrique Blanc. Y Maldonado, Ray, Lu, Laura… El sonido horrible. Y sin embargo alcanzaron a prender. Buen concierto. Los nuevos gruppies de San Pascualito. Regresar a Chapultepec. La electrónica es lo único que suena. Que a Rada id le quitaron la energía electrica. Saludar a mis primos. Encontrar a Pedro viejo compañero de la escuela ahora en María con Tenis, a Moy de Aves a veces, al buen Aldo de Pocilgabeat, y a Vero Sainz la estilista de las estrellas que me dio medio vaso con vino tinto. Bailar hasta las tres de la mañana con un DJ francés que en su club lo conocen. Alcanzar a Laura y compañía en una fiesta junto al Gato verde. Hace rato andaba por aquí tu hermana me dicen. Ya casi no queda alcohol. Al comandante le da su consabido ataque de aburrición y como yo tengo sus cosas en el auto nos tenemos que ir. Fin de la historia.