miércoles, junio 23, 2004

Money dances the dog o mea culpa pero no salpiques…

He claudicado. Y me siento triste por ello. Y mientras Wakal sigue sonando en el estéreo pienso que en estos momentos en que voy al volante me gustaría morir. Así, sin más, en este momento. Y quiero morir porque me siento vacío. Atrapado. Pero también sé que es un morir que significa no morir. Que decirlo es una manera de desahuciarlo. De luchar contra el fantasma. Decía he claudicado. Esta tarde fui a una cita de trabajo. Aún no sé si me quedaré ahí o no. De cualquier manera el preparar un currículo y aceptar de antemano un jefe y un horario fijo era algo que me había prometido no volver a hacer. Pero las deudas. La mala administración. ¿Qué le hice al dinero? Lo esfumé como se esfuma una paloma en un sombrero. Lo utilicé en pagar los desastrozos errores de diciembre pasado. He pensado incluso en vender mi auto. Finalmente para eso son las cosas materiales. ¿Será esto acaso la culminación del proceso comenzado en febrero del año pasado? El que me llevo al lugar donde ahora vivo, a viajar a la Ciudad luz, a dejar a una de las personas que más he amado y amo, a dejar el trabajo seguro en la universidad (pero de esto sigo sin arrepentirme), a intentar ser freelance. «Antes de llegar aquí yo no era así / ahora me reviento casi diario / de cómo era tú te debes de acordar…» Café Tacuba Dixit. Y mis amigos redixit. En fin que hoy es una de esas noches donde llego a casa con ganas de comer unas cuantas Zucaritas con leche pero no hay leche. Ni queso. Ni tortillas. Sólo cucarachas. Y muchas bajas de su parte en esta guerra que parece nunca terminará. Ahh pero no debo ser tan depresivo. Finalmente vi Adios a Lenin!. Finalmente siempre hay alguien dispuesto a acompañarte cuando todos los demás han dicho que no. Gracias.