martes, febrero 17, 2004

Notas incluidas en un cuento

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Siempre me gustó ese momento, justo antes del comienzo de la película, esos segundos de oscuridad y silencio tras los que comienza a escucharse la música o algún sonido, y enseguida las primeras imágenes, a veces lentas, otras, caída libre de letras e imágenes. Es este el verdadero momento de la magia cinematográfica, es aquí cuando te atrapa la película o te pierde. Si consigues aislarte del mundo exterior estas adentro, de lo contrario el cine no es para ti.

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Ese era mi placer, contemplar el filme en una sala casi vacía, casi exclusiva para mí.

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En La princesa y el guerrero, de Tom Tykawer hay una escena que me encanta. El personaje masculino llega a una gasolinera en la cual ha perdido ha su esposa en trágicos sucesos del pasado. Mientras el se encontraba en el baño de la misma un incendio consume el auto con su esposa adentro. Es tan fuerte el trauma que el tipo se esconde tras un escudo de indiferenca y frialdad. Tras muchas peripecias el personaje femenino encarnado en Franka Potente, consigue que esta persona vuelva al lugar del accidente ya reconstruido, y este vuelve a entrar al baño. No hay diálogos. Las música es intensa. Él se mira en el espejo y a manera de flashback podemos ver como la gasolinera explota nuevamente en su mente. Tiene miedo. sin embargo lo vence y abre la puerta. Entonces se abre la toma y vemos que hay uno igual a él al volante del automovil en el que han llegado. El que ha salido del baño camina lentamente hasta el coche. Habré la puerta y entonces sale el otro sale e intercambian lugares. Cuando la vi por primera vez me estremeció. El mensaje era claro. Cuántas veces nos quedamos atrapados en situaciones que no nos dejan avanzar. Al final, gracias a ella, ha logrado superar el peso de las ataduras del pasado. Deja los lastres y finalmente se da permiso para gozar de la felicidad.