jueves, diciembre 18, 2003

Carta al niño Dios

¿Qué es el cinismo? ¿Qué es el amor? ¿Qué nos enceguece? ¿Qué razones nos mueven para seguir adelante en los proyectos en los que nadie excepto uno cree? ¿Cuáles son los vínculos que atan a las personas día con día, cómo se nutren, cómo mueren?. Uno esperaría que en la cercanía, en la empatía con alguien los actos cotidianos, el vivir mismo fuera más tranqulo y llevadero. La igualdad provoca miedo. La vieja ley de los opuestos. Del equilibrio. Hasta que punto el empecinamiento de dos almas o una pueden hacer que el móvil avance. Hasta dónde alcanzará el impulso inicial. Desde Troya, tal vez el comienzo literario de la cultura occidental, cuantas cosas no han provocado las relaciones amorosas, los amantes. El enamoramiento lo vuelve a uno irresponsable. Ya no se distinguen prioridades. Pero esto es de sobra conocido. Uno quisiera tenerlo todo. Pero no se puede tener todo. Hay que decir siempre entre uno u otro camino. Nuestras decisiones aplazan o acercan el objetibo final. Pero es duro decidirse por la izquierda o la derecha. Por verte amor o no verte. Pero el iluso sigue esperando. Una estrella, que como en la historia biblica ilumine el punto de encuentro. ¿Llegará? No lo sé. La espero. Paso las noches oteando el horizonte. Cuando aparezca la seguiré. Esperanza hay. Destino. No sé si lo alcance.