lunes, septiembre 29, 2003

Los amantes "se quitan las palabras de la boca".

Todo coincide: pausas y exclamaciones, risas y silencios. El diálogo es más que un acuerdo: es un acorde. Y los enamorados mismos se sienten como dos rimas felices, pronunciadas por una boca invisible
Octavio Paz

La reconstrucción de mi mismo

Ya lo dijo el sabio otomano Rajun Al Rashid: "No creas a las palabras del que escribe, toda palabra que pasa a través del Cálamo es falsa, a pesar incluso de proponerse escribir verdad. ¿A qué pues tanta sorpresa ante los libros, nadie ve más de lo que pretende ver, por tanto, nadie mira más allá de sus propios ojos".

domingo, septiembre 28, 2003

La noche se cae de inmensurable...(A la mujer que en realidad no es Nisa)

Te leí poemas esta tarde, y sé que me escuchabas tan atentamente. Cada palabra que leía la voz se fue quebrando, los ojos se humedecieron y no era la luz que por la ventana iluminaba nuestros rostros. Preguntaste entonces por qué los ojos se me ponían así. Te dije que era la ausencia… (Ahora sé que era una profecía de la tuya…) el temor a perder el milagro. Porque llegaste a mi vida de milagro. Y así como llegaste y estuviste parecieras siempre estar a punto de partir. Y yo soy el que espera en el andén un tren incierto (¿recuerdas el poema de Ted Hughes?), sin saber si habrás de llegar, si tendré el privilegio de recibirte en mis brazos para que llenes el vacío tan enorme de tu ausencia, si tendré lugar a la vez en tu vital espacio. ¿Qué debo hacer para ganarme tu corazón? No hay luz que ilumine el camino. En esta noche, en esta depresiva noche, tu ausencia crece inmensurable, del tamaño del cielo oscuro, como oscura se avisora mi mañana… y sin embargo Nadie, en tu vida entera, lo prometo… te amará tanto como yo estos días… como yo podría llegar a hacerlo, si me dieras espacio entre tus brazos.

sábado, septiembre 27, 2003

De como Fillipa Giordano me hizo llorar en Mix-up

No soy un conocedor de la Ópera, ni siquiera puedo considerarme escucha ferviente, entre mis discos no cuento ni siquiera con los clásicos. Mi padre tenía algunas grabaciones, de Verdi, la mayoría de ellas, y mi recuerdo más claro era escucharlas sobre la carretera en alguno de los exóticos viajes de infancia que hicimo a lugares tan misterioso y lejanos para un niño como en aquel entonces lo eran, Puerto Escondido, Ixtapa, Puerto Ángel y algunas otras playas del pacífico. Cuando cesaron los viajes terminamos oyendo algunas de estas grabaciones a la hora de la comida. Es curioso, siempre que pienso en viaje, pienso en carreteras y en autos y en música. Manejar sin música vuelve el hecho de tomar un automóvil aburrido. Pero en este momento no deseo ahondar en las cuestiones del viaje. Quiero hablar de esta mañana en la cual fui a pagar el gas al Centro Magno y no pude rechazar la invitación de entrar al Mix-up. Para alguien como yo entrar a la tienda de discos es casi saber que terminaré desfalcado. Recorrer los anaqueles y revisar discos. Detenerme en las islas de novedades y escuchar algún disco que promete. Pasar el tiempo de un género a otro. Saber que en las ofertas no encontraremos por lo común el álbum que buscamos. Regodearse en el dark y en el alternativo, comprobar que la oferta ya es mayor, que hay discos de Mogway, de Elastica, de otros que hace algunos meses nadie parecía saber de su existencia, visitar la zona de electrónica con su colorido y portadas avant garde, pasarse al área de música clásica y anexas. Divagar un poco entre nombres, descubrir el nuevo disco de Enigma, que el también nuevo disco de Love is Colder than dead, suena tan similar al Dead can dance de los últimos tiempos, que el compacto doble, en concierto, de Lorenna Mckennit sigue ahí esperando el día en que finalmente me lo lleve. De pronto, encontrar en la isla de novedades, por mera coincidencia dos discos de Filipa Giordano. ¿Qué se de ella? hasta hace un par de días ni siquiera su nombre. Y si ahora hablo de ella es porque estará en concierto este fin de semana aquí en Guadalajara. Su voz me atrajo por el spot que han transmitido en la radio en el que destaca un fragmento de la Habanera de Carmen, la Ópera de Bizet (Taran tan tan, taran tan tan, tara ta tara ra ra ra ra…). Coloqué pues los audífonos en mis orejas. Y caí en al arroba de esa voz. Lo recurdo y la piel se me vuelve a enchinar, quedo frío y vacío en el cuerpo. ¿Qué es la poesía? Me preguntaba ayer cuando Ted Hughes me dejaba en silencio, este pozo inmensurable en el que la voz de la Giordano me hizo caer. Aún siendo un ignorante, ni siquiera neófito, sentir la vibracion de los tonos, envolverme en la voz, dejar que el sonido inundara y perforará mis cavidades, cerrar los ojos. Respirar: aspirar, sacar el aire, aspirar, sacar el aire. Sentir el ritmo del mundo. Como tiempo y canto se unen en un viaje a los recuerdos que compartimos todos y a aquellos únicos de cada ser. El Ave María, comenzaron las primeras notas y no pude continuar, las piernas me flaqueaban (El Ave María tiene su historia de duelo en mi caso, tampoco ahondaré en ella este día), brique los títulos, más fragmentos y mis ojos vidriosos, cambiar de disco y el Coro a boca chiusa de Madame Butterfly, al final el Va`pansiero, ese himno de los exiliados, elevar el rostro para escapar de la fuerza de gravedad, los ojos vidriosos, anegados, y no dejar fluir, el cuerpo inerte, derrumbado, imaginar la ciudad devastada, la vida devastada, la partida, estamos siempre partiendo, siempre partiendo, y sentir el llanto a punto de fluir, con el corazón en un puño presionar el boton de paro, escapar, escapar, con el ruego a Nabucodonosor en la garganta, con el ruego a la poesía de no serle indiferentes…

viernes, septiembre 26, 2003

Tocar fondo

Mis manos tiemblan. El corazón tiembla. Arde una bestia en mi estómago. Arden los recuerdos, los deseos y las esperanzas en un mar primario de aparente caos. “Todos nos bañamos con las aguas del mismo mar”. Dos horas y media de sueño. Hoy que comí recordé que ayer no lo hice. La Bestia se ha posesionado de mí. Sudor. Escalofrío. En este estado callar, mirada fija en el techo mientras por la ventana se filtran los últimos rayos de la tarde. Una sensación crepuscular va invadiendo el espíritu. A mi lado Catulo, Saint-John Perse y Ted Hughes. Decir a duo: “Vivamos, Lesbia mía, y amémonos […] Dame mil besos, luego cien, y finalmente, cuando lleguemos a muchos miles perderemos la cuenta”. En mi libertad de elección radica el valor de mi amor. Elijo a quien amar y me comprometo con esa persona y conmigo. “Esta es la marcha del mundo y para ella no tengo sino alabanzas” Esta es la marcha del corazón que siempre nos sorprende, nos deja cimbrando en el azoro. “Y cada hoja tiembla /y todos alzan los brazos y lloran” ¿Cuál es la magia de la poesía sino dejarte en el silencio, en el abismo, solitario ante la “respiración del mundo”. Suavemente, como emergiendo del fondo, Olga Orozco suma su voz al canto: “Sí, tú mi sombra blanca, transparencia guardiana”. Una voz inesperada, la de Paz “Tenemos que mirar, juntos, al mundo que nos rodea. Tenemos que ir más allá, al encuentro de lo desconocido” Y esto es un concierto que se escapa de mi control, aparecen entre apuntes de diario, libros hojeados, recuerdos… “Quien no sabe ser feliz no puede hacer nada por conseguir la felicidad de los demás” [Anïs Nin]… Cómo hace bastante tiempo no, me siento pleno, dispuesto a aventurarme una vez más tras la luz del otro, de otro. Confieso que temo. Que el miedo me recuerda mi condición de ser pasajero, pero al mismo tiempo me hace consiente de que la vida se tiene que vivir intensamente. Y Saint-John Termina el concierto: “Ha habido noticias de mi hermano el poeta. De nuevo ha escrito una cosa muy dulce. Y algunos tuvieron conocimiento de ella”

jueves, septiembre 25, 2003

Chinge su madre... Nadie

En varias ocasiones lo que escribo me ha metido en problemas de muy diverso talante. Sin embargo, no recuerdo hasta la fecha que hubiera perdido alguna amistad debido a eso. Y no lo escribo porque necesariamente vaya a suceder, pero no dejo en saco roto que grandes amistades literarias, como el clásico ejemplo de Octavio Paz y Carlos Fuentes que terminaron o se distanciaron por la palabra, concluyeron por malentendidos con lo escrito. Si las amistades se pierden, que otras cosas tan trascendentes, o más, podrían también trastocarse. Reza el dicho que la palabra es más fuerte que la espada. Ante este dicho siempre me he manifestado en contra: la literatura no me ha servido para hacerme fuerte. Al contrario. Mas como mi espíritu no es cerrado del todo comienzo a ceder en mi postura y aceptar la contundencia de los hechos. La lectura que los demás hacen de nosotros a través de lo que escribimos, sobre todo lo inmediato, nos convierte en otro que no somos. Cada lector es un posible traductor, un receptor que dependiendo el nivel y el conocimiento de las cosas que lo envuelven sabrá captar esos mensajes con más o menos profundidad o se quedará solamente a nivel de la piel. Recuerdo que cuando tenía unos 16 años escribí una noveleta pornográfica titulada “El poeta del sexo”. Ahora me arrepiento de ello. No por lo pornográfico. Por lo mal escrito, por lo llena de clichés. En cada capítulo el personaje principal (¿un urgido “alter ego” adolescente?), nos contaba una experiencia erótica diferente en el que los personajes eran tan variados como la imaginación de entonces: la prima, la sirvienta, la maestra de literatura, la novia, la chica que conoces en un concierto, etc… Un par de años más tarde, cuando ya estudiaba diseño, tuve la suerte de conocer a una chica de la cual recuerdo sólo su nombre Gaby y que además estudiaba teatro. Platicamos de mis entonces entusiastas comienzos en la carrera literaria, y le comenté de la existencia de esa novela. Me pidió que se la prestara y así lo hice. Una semana después la encontré con cara de dolor y pesadumbre. Entre balbuceos me explicó que se sentía apenada porque mi manuscrito había terminado hecho trizas y en la basura. La historia era sencilla: había olvidado las hojas engargoladas sobre la mesa del comedor, alguno de sus padres tuvo el “acierto” de pasar por ahí, sorprenderse del título, hojearlo, tal vez leerlo (no todo por supuesto, alguna página), y erigirse en juez del buen gusto literario y la moral del autor. Por lo demás, si yo supiera que tan sólo era una cuestión de buen gusto literario, creo que no estaría escribiendo esta nota a estas horas de la madrugada. El problema es cuando se decide lo que uno es sin conocerlo bien, a partir de sus esbozos, de sus indiscreciones, de lo poco o mucho que deja fluir. Es curioso como cuando la situación es un tanto inversa todo pareciera marchar mejor. El libro de G. nos encanta, no conocemos a G pero ahora creemos conocerlo. Lo idealizamos. Incluso de alguna manera lo amamos. Hasta que un día acudimos a la presentación del libro y descubrimos que G a pesar de su gran talento es nefasto como ser humano. Y esto es parte de la vida. Uno quisiera que aquella persona que es capaz de escribir algo tan bello tenga una vida semejante. Y sin embargo es tan extraño encontrar gente congruente.
Nunca en estas varias ocasiones la palabra me ha llevado a desentendidos tan fuertes como para terminar la discusión a golpes. Me considero una persona pacífica cuando se trata de argumentar a través de la fuerza bruta. Me considero también cobarde (para que andarse en este caso con medias tintas), sin embargo las pocas situaciones en que han terminado partiéndome la madre, como popularmente se dice, han sido por defender o enfrentar las consecuencias de las decisiones tomadas por los amigos y aquellos a quien amo. Y creo que estaré dispuesto a seguirlo haciendo, a pesar de sacar siempre la peor parte, a pesar de haber sido abandonado en los momentos cruciales por aquellos que se supone estaban de mi parte o a los que defendía. He corrido de los golpes. Literalmente. Y clamado auxilio ante un enemigo mucho más poderoso y experimentado. Y tampoco me arrepiento. No comulgo con la idea del suicidio estoico. Acepto la fatalidad y me resigno. Creo que eso lo tengo muy claro y la lección se la debo a los queridos y enormes griegos.
Por lo tanto hace un tiempo ya que asumí los riegos de escribir, sobre todo de escribir cosas de la gente cercana, algunos lo toman con gracia, otros no tanto, es sorprendente como la gente se olvida que esto es literatura, que esto es virtual, pasajero, lo que importa esta del otro lado, lo que cada quien lleva en su interior, lo que cada uno vive. Uno intenta recrear el mundo pero es apenas un punto de vista, cada quién tiene el suyo. La realidad supera a la ficción. Cada día se empeña en demostrarlo. Por eso, y sin el permiso de Carlos Maldonado, cuya próxima exposición así se titula, y en homenaje al homérico Nadie que engañaba a Polifemo, Chingue su madre… Nadie y que cada quien se vista y acomode el famoso saco como le de su pinche gana.

miércoles, septiembre 24, 2003

¿Para qué escribir?

Acabo de perder toda una disertación sobre el papel del escritor. No sé si podré reconstruirla. El texto más o menos era así: ¿Cómo saber si alguien lee estas notas? ¿Cómo saber que no se escribe para el vacío, o la nada? ¿tiene caso escribir y no ser leído? Se escribe como una pasión y condena inexorable, pero me parece falso que el escritor lo haga nada más para sí: buscamos ser recuperados. En el escritorio, junto a la hoja o el archivo en blanco el enfrentamiento es con uno mismo. Una vez concluida la batalla, o tal vez los meros escarceos, lo escrito no puede permanecer oculto para siempre. Aspiramos a que nos lean, a que exista una interacción, a que el texto sea recreado. ¿Cómo saber si lo que se escribe tiene un valor literario más alla de la buena sintaxis, la ortografía, de cumplir las reglas por las que un cuento lo es, por las que un poema recibe ese nombre? Me parece que es una intuición que nace con el tiempo, con las lecturas, con la decantación de la sensibilidad y el aguzamiento del olfato, pero en el fondo no deja de ser una cuestión de gusto. Ayer discutía con Brita Urías al respecto, en pocas palabras ella defendía la postura de que un texto es de valor liteario si cumple los requisitos establecidos para clasificarlo como tal, los puntos de vista se enfrentaba cuando yo le decía que para mí eso no basta. Puede ser una hermosa pieza de relojería pero inerte. Se defendía diciendo que ese es el mal de los talleres, que se quieren imponer estilos. El riesgo es evidente, la sapiencia del guía elegido sera fundamental para evitar estos clones (ahora me pregunto en cuantos buenos talleres habrá estado), me parece que las correcciones que permites alguien haga a tu trabajo no son necesariamente para cambiarlo o darle validez, te pueden mostrar detalles que no habías logrado captar hasta ese entonces, pero es bajo el riesgo de uno mismo si se modifican las oraciones. No llegamos a nada por supuesto. Sin embargo me inquieta esa pregunta: ¿para qué escribir? ¿qué es arte y qué no? ¿qué es poesía?

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Un par de poemas (por cierto para y con L)

I


Mi sangre aún huele a ti
y en la calle el agua de la lluvia
corre libre.
Dormitabas en la cama. Los ojos
cerrados se escondían tras los rizos
de tu pelo.
Había una sonrisa en la boca.
Quise aprehender esos recuerdos
porque ya rondaba
la pregunta:
¿hasta cuándo?
Me empeñé en no olvidar
cada instante que estuvimos abrazados.
Cuán equivocado estaba
en mis propósitos.
Ese instante fue felicidad
y lo gozamos.
Uno nunca dice: aquí estuvo
y ha partido
repite
como si al hacerlo se volviera permanente:
aquí comienza, aquí comienza...

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II


¿Qué
estarás haciendo
justo ahora?

¿Qué es
este desasosiego
que me insomnia?

tus
palabras saturan la delgada
línea de mi oído

Seca la lengua
de tanto
alzar la voz y preguntarse
su nombre: cicuta.

Y sigo tan vivo
como entonces pero
solo

¿Qué
palabras pronuncias
qué palabras?

Deletreo tu nombre
(deletrear no basta)

Junto a mi cuerpo
recuerdos vacíos

cada
instante se sucede y va
quedando más y más
en el olvido

Por eso
porque tú
de mi ya no te acuerdas
es que desaparezco

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El blog ha quitado la indentación del texto. Es una lástima porque se ha perdido la intención en el acomodo. Ni hablar, esto de la tecnología... en el primer poema los versos "la pregunta", "lo gozamos" y "repite" iban líneas adentro. En el segundo es un poco más complicado: "estarás haciendo", "este desasosiego", "tus", "de tanto", "solo" "palabras pronuncias", "cada" y "porque tú" también tienen un acomodo especial.

mi correo: antonio_marts@paraisoperdido.ws


domingo, septiembre 21, 2003

Brita Urias, Alicia Esquivel (Cristal) y algunos de sus amigos comenzamos la noche del viernes pasado en la inauguración de “Casa Libertad”. Un nuevo centro cultural nacido en una casona de principios de siglo que me recordó viejas películas de terror filmadas en blanco y negro. El lugar contará con un café, área para exposiciones, una librería con los fondos editoriales de las casas independientes de esta ciudad y quizá de otras, impartirán diversos talleres y además albergará dos asociaciones que promueven los derechos sexuales y humanos. Un mar de gente se paseaba por la casa. Del medio literario se vio de todo, desde los más jóvenes escritores, por ejemplo los compañeros de Brita Urias, los chavos de la revista “Espejo Humeante” (Marco Antonio Gabriel García y sus amigos), Carlos López de Alba de “Reverso”, los arrabaleros “Arlequines” (Felipe Ponce, Jorge Orendáin, Alejandro Zapa, Oscar Tagle), David de Anda y hasta los “exquisitos” como les ha dado en llamar a los escritores amparados bajo la revista “El Zahir”: José Israel Carranza, Fernando de León, Martín Mora, y aunque un tanto distante, pero bajo el mismo manto León Plascencia Ñol. Tocó el grupo Rada Id, se especializan en fusionar diversos ritmos del mundo y crear atmósferas seudo místicas. Encontré a Laura Covarrubias, me sorprendió verla ahí y se lo dije, a ella no se le hizo nada raro y quedamos que nos veríamos en el Calavera. De Hecho el rumor que circulaba es que la mayor parte de la gente se iba a ir al Calavera terminado el concierto. Nos dirigimos pues al bar, pero decepción, nunca llegaron los que habían dicho que irían, así que la noche terminó pronto. Lleve a Brita y a Alicia a sus respectivas casas y regrese a casa. Fin de la historia.

mi correo: antonio_marts@paraisoperdido.ws
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,
vida que nos desvive y enajena,
que nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte, pan de todos
Octavio Paz

viernes, septiembre 19, 2003

Antes de comenzar esta lectura, una breve advertencia: dadas las características del blog, estas tres partes, escritas en diferente momento, quedaron en orden inverso al que convencionalmente se lee. Queda en la decisión del lector leerlo en este orden (del fin al preámbulo) o de manera cronológica.


Una vez más: Santa Sabina en lo profundo de la sangre

Un final caótico pero feliz (aunque sea estéticamente inferior)

Y ahí estaba yo, afuera del Hard Rock Live, sin querer sentarme en las gradas encharcadas por la lluvia, escuchando Azul casi morado, con las manos sosteniendo las hojas con el proyecto beca de Helena-Nisa (Leticia Cortés). A Nisa la había visto en el interior. Nos saludamos. Creo que le dio gusto verme. Me presentó a un amigo y quedamos de vernos a la salida para entregarle mis comentarios a su proyecto de beca. Pensé que sería complicado porque estaba evitando encontrarse con Marco y Ale y además entre tanta gente sería fácil perderla de vista. Le pregunté si traía su celular y me dijo que sí. Si no nos encontrabamos a la salida le llamaría. Oh iluso, mi crédito agotado. Revisé las hojas del proyecto: incompletas. Ya iríamos al auto por ellas. La gente comenzó a salir. Vi a mi hermana y a Brita Urias, le shice una seña y se reunieron conmigo. Les dije que esperaba a Nisa. Pero que el problema era que ella no quería estar cerca de Efrén y los demás. La gente salía y salía y yo sin verla. Le pedí prestado el celular a mi hermana. Algo sucedió que no comunicó. León enjaulado me paseaba afuera. Nuevo intento al celular, esta vez con éxitos. «Hola, soy yo. Estoy afuera, por la puerta principal» «Bueno, ahora voy». Pero no la veo. No la veo. A quien si veo es a Efrén que me pide aventón. Le digo que si a regañadientes, pero que no se si los cuatro cabrán en mi auto porque vamos Brita, mi hermana y yo y que primeros vamos a ir a cenar. No sé si ve algo en mi cara. Dentro de mi es claro lo que quiero: ¡Lárgate con todos!. Dice que entonces no. Sonrío. Sin embargo Nisa sigue sin aparecer. Brita y mi hermana sentadas aguardan pacientemente, aunque se que se mueren de ganas de irnos a cenar. Doy la vuelta al Hard para ver si de casualidad esta por la otra puerta. Veo a Adrian y a sus amigos. Me hablan entonces. La han visto. La veo. Me ve. Un saludo breve. Le entrego las hojas con mis notas y le digo que las demás las olvide en el auto, que si vamos, al mismo tiempo le hago una seña a mi hermana y a Brita para que se acerquen, les quiero presentar a mi "socia". Nisa me dice que no tarda su padre en pasar por ella. Le digo entonces que lo que falta se lo mando por correo electrónico. Le presento a mi hermana. Se saludan y ríen porque se llaman igual. Le presento a Brita. Me dice que el nombre le parece conocido. Reímos. Un auto se detiene. Corre y desaparece tras la puerta. El auto se desvanece en la oscuridad de la calle. Brita, mi hermana y yo nos trepamos al auto y platicando del concierto corremos atravesando la noche por todo Mariano Otero con destino final a una deliciosa cena.
Nisa bien vale una empapada.
Una vez más: Santa Sabina en lo profundo de la sangre

En lo profundo de la piel
El hard Rock lucí­a colmado de feligreses. Regocijados con el previo de Siglos pasados. Motivados por la música de saltarellos y acordes góticos uno recuerda entonces a Dead can dance. No porque Siglos sea una copia. De hecho todos abrevan de la misma fuente: el pasado. La inquietud comenzo a apoderarse de la sala. En el escenario dibujaban una espiral con veladoras y nardos, pero en las bocinas se escuchaba a Lisa Loeb, Susan Vega y similares. Después de ese tiempo ensanchado de la espera se apagaron las luces aparecieron: Poncho en el bajo, Otaola, los demás... y Rita, con un vestido corto negro y una blusa del mismo color. Pelo corto. Y a su alrededor una especie de espiral roja. La espiral desaparece tras la primera pieza (Sin aliento). Escuchamos todo el disco. Cada rola con arreglos que la hacen sonar distinta. Reina un silencio de encantamiento. De admiración y sorpresa. Algunas canciones son cantadas. Otras son nuevas aun para muchos. La interpretacion de "En llamas" es magistral. Cada golpe de la baterí­a es un movimiento corporal ensayado de todos los músicos. Impresionante. Terminado el disco se retiran. Oscuridad. Apenas cuarenta minutos. Se pide su regreso. El cual por supuesto se da por descontado. Y Regresan. Con el viaje a los discos anteriores. Ahora si el bullicio es general . Todos conocemos las letras y brincamos, aplaudimos, sudamos. Es la reconciliación con la santa negra. Se despiden. Se van. Pero el público los hace volver. Varias veces intentan retirarse mas son queridos. Y requeridos. Azul casi morado. Y yo afuera. Tuve que salir por mi auto para que no lo dejaran encerrado en el estacionamiento. La maldicion dicta que no he podido quedarme hasta el final en ningún concierto de la Sabina. Romper el hechizo al siguiente. Si es que lo hay.
Una vez más: Santa Sabina en lo profundo de la sangre

Preámbulo
Ayer asisití al taller de León Plascencia Ñol. En un juicio apresurado, me vino fresco el taller. Los conceptos que maneja León, tienen cierta similitud con los que pretendo sirvan para mi poesía. Por ese lado creo que saldré enriquecido con nuevas lecturas y ensayos: es muy acucioso. Hay una diferencia muy clara en la manera de impartir un taller otros talleristas y él. En ciertos talleres el nivel de los asistentes es mínimo, ven cuestiones básicas y yo sentía que no había un reto. El que imparte el taller se pone a ese nivel, eso es generoso, pero lo que yo buscaba era crecimienrto. En el taller de León no se puede decir que la gente tenga un nivel tremendo. No. Hay de todo, pero León no se rebaja, León no es generoso en ese sentido. Y lo que es peor (o mejor), lo entiendo y secretamente lo agradezco, porque eso permite tener un horizonte más amplio. Confieso que estoy contento. De pronto, sin que viniera a tema me ha dicho: Antonio, ¿metiste a concursar un libro al Elías Nandino?. Yo: trágame tierra... ehhh... si... respondo. Me dice: tu libro estaba entre la lista de finalistas que dejé. El de la chica que ganó y el tuyo. Yo con cara de cállate pero por dentro mi ego empezo a brincotear, por más que me repetía, no te dejes engatuzar, no te dejes engatuzar. Para no hacer el cuento largo comentó que veía en él cosas interesantes, y que limpiándolo de Paja, podría ser un buen libro. Le gustaron el par de poemas de Paris. Los que Elizabeth destrozo, pero que Hilda dijo eran buenos. En fin. Estoy en una racha de optimismo que espero me dure un poco más que de costumbre. Pareciera que la gente confía en mí, sólo falta que yo lo haga.

Terminado el taller (que se imparte en la librería del FCE), me encontró Brita Urias (Talia Zepeda) , tenía media hora esperándome y llamando al celular (que tuve la precaución de apagar) sin obtener respuesta. Habíamos quedado de vernos porque en el transcurso de la tarde me dijo que obtendría una acreditación de prensa para el concierto de Santa Sabina. Nos saludamos amigablemente, con la nueva de que tenía un boleto para el concierto además de las acreditaciones, pero que teníamos que ir por él a Radio Universidad, donde trabaja. Así que dijimos adios a la lectura de poemas en Francés en el FCE y nos fuimos a la torre de la universidad, destino piso 12. Tras un ligero atraso, provocado por que su inesperada interrupcion fue enorme tentación para que su jefe le pidiera escribir una nota para el noticiario de la mañana siguiente, logramos escapar al Hard Rock Live. La lluvia se desató en esos momentos. Con los cabellos mojados buscamos protección en el Centro Magno, la plaza donde esta el Hard. Y en ese momento los esperados y no esperados coincidimos. Llegó mi heramna, Adrian su novia y Carlos, Marco y Ale. Esperaba a Efrén y Lili pero no aparecieron. Ni duda que el ser oportuno le trae a uno beneficios. Originalmente Adrián iba a pasarnos a mi hermana y a mi. Con la acreditación de prensa y el boleto, ya no necesitamos la ayuda de Adrian. Pero de esa manera Ale y Marco Pasaron. Mientras se ponían de acuerdo todo un drama se llevaba acabo. Alguien más había acudido a esa cita inexistente. A esa no cita: Lety Cortés. Al mismo tiempo, el drama se desarrollaba también a las puertas del Hard. A Brita Urias no le dejaron pasar su grabadora. Así que tuve que llevar el aparato al coche y mojarme. (Para conocer el final del otro drama acudir al blog de uno de los protagonistas). Finalmente con contratiempos, lluvia y mojados todos entramos. Efrén y Lili llegaron después. Me hubiera gustado que las entradas fueran para ellos. He ahi la importancia de la oportunidad.

martes, septiembre 16, 2003

Pesadilla

Miré un cuerpo que se agitaba entre las sombras; una serpiente desgarraba sus entrañas; el cuerpo se desangra tembloroso. Vi que abrió sus ojos y me miró suplicante: en ellos se dibujó el llanto.

Me acerqué para verlo morir: la boca exhalo un suspiro putrefacto.
Alcé la vista, entre la oscuridad distinguí que venían por el alma de ese que moría. Escuché una sentencia escalofríante. Voltee en busca del cuerpo: ya no estaba. Violentamente me tomaron de mis extremidades; quise gritar pero ya no tuve voz. Todo es oscuridad, sólo oscuridad y muerte

domingo, septiembre 14, 2003

Pronóstico del tiempo:Caos y depresión para los próximos días

El blog de Leticia Cortés es el siguiente: La creación. La considero una persona con madera y espíritu literario. Esperemos su decantación y ser de los privilegiados en mirarla. Como toda bienvenida es bochornosa, procuraré guardar silencio y simplemente comenzar a leerla.
Por otra parte paso también la página web de mi editorial (Paraíso Perdido) donde entre otras cosas se pueden leer algunos números anteriores de la revista que editamos por aca llamada La Voz de la Esfinge. Como mis conocimientos de programación son de párvulos pues no tengo mensajes para postear porque no se como ligarlos, así que para cualquier comentario o contacto esta mi correo: antonio_marts@paraisoperdido.ws
Sé que este apunte esta fatal y caótico. Así ha estado mi vida desde el jueves pasado, fatal, caótica y llena de Depeche Mode, Dead Can Dance, London After Midnight, Santa Sabina, La Barranca, Pearl Jam, Bauhaus, Pink Floyd, alcohol, poesía y escritura... escribir y escribir sin saber a ciencia cierta si algo de eso vale la pena.
Ayer vino Nadia Contreras, nos vimos en el parque José Rolón, en un café muy agradable casi frente al templo del Carmen. Mesas con sombrillas a media calle atestadas de parroquianos, todos ellos familiares de las frecuentes bodas que hay en el templo. Por momentos aquel café parecía estar dentro de cualquier película italiana. En plena calle y lleno de señoras gordas y gritonas, algunas guapas chicas, pocos jóvenes, niños, los infaltables abuelos y los señores de traje. Un buen rato nos acompañó Jorge Orendáin. Por la tarde fuímos al bosque de los Colomos que Nadia y Jaime no conocían. Amo caminar en Los Colomos. Es como salir de esta ciudad y entrar en otra dimensión.
Hice un experimento con Esquilo, tomé algunos de los diálogos de Casandra de su Orestiada y los junté dando forma a un poema que suena clásico pero que me parece muy contemporáneo. Lo transcribo enseguida. Me atrae el tema de Casandra como pretexto para buscar una poética. Me extenderé después al respecto.

Diálogo de Casandra

¡Oh deidades...! ¿Qué se incuba allá al fin? ¿Qué enorme dolor?
Un mal sin medida se prepara en este palacio:
insoportable para los que aman, sin remedio ninguno...
¡Ay el que pudiera remediarlo está muy lejos!
¡Ay infeliz...! ¿Eso pues consumas?
Ya bañas al esposo que comparte tu lecho...
¿cómo decir el fin?...
¡Veloz vendrá! ¡En orgasmo de odio, dos manos
una en pos de otra se extienden!
¡Espanto, espanto...! ¿Qué es eso que se muestra?
¿Es una red traída del averno?...
¡No, no: es el manto que le cubría en el lecho,
hoy trocado en cómplice del crimen...!
¡Qué la pandilla que esta raza obsede alce en conjuro de alaridos
su himno de triunfo ante el abominable crimen
¡Ah, ah... mira, mira.... Aparta la vaca del toro...
Al toro negricorne en la red de un velo lo ha cautivado...
ya lo arroja en la tina rebosante, después de haberle herido...!
¡Ya esta: tal es el presagio de la engañosa tina ensangrentada!
¡Ya te lo digo, al fin!
¡Ay, ay, mísera; qué son mis desventuras...!
¿Ya mi propia desdicha voy a escanciar en la funesta copa de mi canto...?
¿A dónde me has llevado cuándo acá me trajiste?
¡A una infeliz a que muriera...! ¿si no, a qué?
Ay, ay... con un melodioso ruiseñor me mides...
pero él tiene sus alas que los dioses le dieron...
llora y es su vida por igual dulce.
Y a mí se me reserva la daga de dos filos.
¡Ay, Bodas, bodas... bodas perniciosas a los que lo aman,
del infausto Paris...! ¡Ay Escamandro que mi patria bebe...!
¡en otro tiempo junto a tus riberas, desdichada de mi,
fue nutrida y crecía mi cuerpo...! ¿Ahora...
ahora...? ¡Marcho hacia el Cocito,
me habrán de oir las riberas del Aqueronte...
allá iré a proferir mis vaticinios.
¡Ay, infortunios, ay, de mi ciudad totalmente destruida!
¿De algo sirvió la multitud de víctimas, que mi padre ofrecía,
de sus campos la flor de su grey?
¡Todo fue inútil a salvar los muros!
¡La ciudad de Priamo es polvo bajo el peso del destino...
y yo, aunque ardo de divino fuego, muy pronto, ay si,
muy pronto caeré rendida sobre el polvo...

viernes, septiembre 05, 2003

3. Bar Calavera










Tu nombre es Helena. Pero también es Nisa. ¿Importan realmente los nombres? toda historia se forma de una suma de desencuentros. De abrir la puerta en el momento justo, descolgar el teléfono antes de que el otro corte. Se escucha el timbre. Con desgana bajó las escaleras. Era viernes. Una vez más el foco de la entrada al edificio estaba fundido. Su sombra se alargó hasta deformarse y confudirse en la penumbra. Eran Carlos y Adrián. Venían por él. A rescatarlo sin saberlo del recuerdo de Nisa. A contarle de la noche anterior en La mutualista y la alegata con Fadanelli. Brita Urias había regresado de la playa. No sabía porque lo recordaba. Esa mañana Alicia le había escrito en el messenger que tenía un par de días sin poder oír nada. ¿Por qué se acordaba de eso en el trayecto del segundo piso a la planta baja? Nisa o Helena. ¿Importan los nombres? Nisa no estuvo en el bar Américas. Fue el cumpleaños de Lu. Dj Lennon no estaba inspirado esa noche. También había visto a Laura. ¿O fue en otra ocasión?Es irrelevante. Lo que le importa es que no encontraba a Nisa. Barra libre de Vodka. Por eso pensó en ella. En la fiesta de Marco. En el paso de los días. En el no saber en que momento esas horas fueron reducidas a una imágen entre tantas otras. A los labios de Nisa derritiéndose. A la mirada de Helena perdida y derrumbándose. Y ahora tu turno. Tu «no comprendo». Hace un par de horas salió a caminar para despejarsu cabeza. La humedad y el frío lo hacían sentirse nuevo. La tarde-noche comenzaba embriagar de sombras esas calles. Sus pasos resonaban como el murmullo se hace eco en un poema de Villaurrutia. Los discos de Adrián reposan en el librero. Los cuadros de Carlos cuelgan de las paredes de la casa. Su nombre es Bruno. Como en El perseguidor. «Dédee me ha llamado por la tarde para decirme que Johnny no estaba muy bien». Helena, no Nisa, porque no tiene mi número de telefono, ha llamado para decirme que no alcanzaría a llegar esta noche. Recuerda la imagen de su departamento justo cuando abrió la puerta para bajar las escaleras. Por el ventanal abierto veía los edificios más altos de la avenida Lafayette. Las estrellas rojas parpadeantes que coronan las altas torres de metal y vidrio. Todo en penumbras. En la habitación una lámpara encendida. El monitor de la computadora, su oráculo, centellando. Aguardando las palabras de Nisa. En vano. Carlos y Adrián esperando que bajen a abrir la puerta, cobijados por la oscuridad de la calle. Brita Urias y Alicia Esquivel habían pasado la última semana en la playa. Regresaron ayer. Se habían visto también en el Bar Américas. Ahí le contaron de sus planes. Bruno: «¿cómo se puede pensar un cuarto de hora en un minuto y medio?». Lu me ha llamado para invitarme a un programa de radio. Me ha dicho que todos en la oficina están bien. Quedamos de vernos la próxima semana. Quise contarle de Nisa pero guardé silencio. No recuerdo en que momento nos despedimos. De pronto el teléfono ya no comunicaba. Era sólo el tono repitiéndose infinitamente. Helena ha llamado para decirme que su nombre es Nisa. Carlos y Adrián miraban como descendía los últimos escalones. Y uno de ellos, no se quién, intenta hacer una seña, que se diluye en un movimiento inseguro de la mano, a manera de saludo, querer decir somos nosotros y te estamos esperando. Pero sólo pensaba en Nisa. Y en Roberto Bolaño que murió hace poco. Sin saber porque en realidad recuerda a Bolaño. Tal vez por Johnny. Aunque en apariencia nada tiene sentido. Tal vez por Nisa. Estiró la mano para abrir la puerta. Carlos le prestó «La mirada de Ulises». Adrián lo tomó de los hombros mientras lo invitaba al Calavera.¿Qué decir cuando todas las palabras son Helena y Bruno. Ricardo y Nisa. Porque todas las palabras eran traducidas en esos cuatro nombres. Todas las frases eran esa letanía. ¿Importan realmente los nombres?

jueves, septiembre 04, 2003

Esbozos de novela....

1. La fiesta de Marco










Nisa es su nombre. Y vino a mi vida sin desearlo. sin pensarlo. Como esas sorpresas, cambios repentinos que no están en el guión pero suceden. Fue un sábado. Traía un vestido negro y el pelo ¿lacio? ¿rizado? ¿realmente importa? Y un aire perdido. Nisa es su nombre. Y toda la noche la mira moverse. Andar. Guardar silencio sin soltar la botella de Vodka. Miré sus labios a punto de venirse abajo. Un grupo tocaba estridentes melodías. Efren cantaba. Pero yo no tenía ojos para nadie más. Buscaba a Nisa cuando aún no conocía su nombre. Y desde mi silla me imaginaba recorriendo a todos y cada uno de los invitados, con una instantanea de ella tomada en algún fotomaton del tren subterraneo. ¿ha visto usted a esta chica?. Cuál es la recompensa ofrecida. No hay recompensa. O quizá sí. Conservar en la mirada su mirada. Pero esa noche, la noche de Nisa, ella no sabía que era observada por otros ojos ajenos a los ojos que buscaba. ¿Ha visto usted a esta chica? Se sabe que no hay tal foto. Que en realidad esa noche no se pensó en ella, que el pensamiento vino dos semanas después. Caballo de Troya. Infección adquirida que aguardaba incubando su momento. Como si el permiso de ser parte de una lista de amigos fuera el permiso de ser parte de tu vida. Y de que manera. Nisa es su nombre. Y la misión del que escribe será reconstruirla. Porque sólo así, en la memoria, podrá ser suya, para siempre.
¡He llorado tanto que las fuentes de mis lágrimas se secaron: ya no puedo llorar: ni una gota me resta! En mis largas noches insomnes se quemaron mis ojos llorando por ti y atisbando el silencioso mensaje de las llamas. ¡Cuántas veces en sueño el leve rumor de un mosquito estridente me despertaba y era más grande mi congoja viendo males mayores que los que en sueños había visto!
Clitemnestra, Esquilo

miércoles, septiembre 03, 2003

Dos presentaciones, a la misma hora y a siete cuadras de distancia, "Cien tus ojos" de Luis Vicente de Aguinaga en Casa Vallarta, lectura de los chicos del grupo El viaje (una especie de fuerzas básicas de la literatura de Guadalajara) en la Bodeguita del medio. Con Luis Vicente la generación de la revista "El Zahir", escritores que oscilan de los 30 a los 35 años, con cierta trayectoria y una amistad a toda prueba. Saludos a gente diversas. Entrega de algunas revistas de La Voz de la Esfinge, la que hacemos. Comprobar que Jazmín ya empezó a repartir ejemplares. Hablar con Jorge Esquinca sobre lo de Villaurrutia, repartir algunos ejempalres, uno de ellos a Mariana Islas, Marianita. Depués, justo cuando dieron las nueve y enseguida de las presentaciones de Ángel Ortuño y Esquinca (muy buena por cierto la de Ángel) levantarme y caminar la avenida a esas horas de la noche. En la bodeguita música como siempre, y un eco de palabras, claro la lectura, Carmen Villoro, Karla San Domingo, Laura Solorzano y una chica de los chavos del viaje. Que contraste de generaciones. Chavos entre 19 y 25 años. Las fuerzas básicas como decía Líneas arriba ­Ahí estaba Lety. Acompañada. Nos saludamos. Le di una revista. Algunas personas las vieron y sorprendentemente me compraron. Le di ejemplares a Janet la novia de Antonio Neri Tello, a Marco Antonio Gabriel García, también entregué ejemplares a Françoise Roy, a Carmen Villoro y a la San Domingo. Saludos por aqui y por alla. Una señora me pidió que le firmara la revista. Varios que no supe quienes eran se acercaban para decirme al oido que era la mejor revista de la ciudad, yo no me la creo pero suena bien. Después terminé en la taquerí­a "Los Lauresles" con el equipo de "Tragaluz", otra revista de la ciudad, realizada exclusivamente por mujeres. Confirmé lo que por anecdotas conocia: son muy divertidas. Creo que rompimos el record de auto en reversa. Dos cuadras enormes por avenida México. En fin. Concluyo aquí antes de seguir más incoherente. Mañana viene Leticia.

martes, septiembre 02, 2003

Notas de cuadernos anteriores
1997


La Ventana (Apuntes)

2
Tener la sensación de no ser, de pasar las horas silencioso a la deriva, de percibir la presión de la vetana —en realidad no la ventana, aquello que se oculta, lo que no se ve detrás de ella.
Uno se levanta y se mira en el espejo, y no se halla, se pregunta si en realidad se trata del que esta enfrente. O bien la ventana es la paradoja de la pareja, tan inalcanzable, tan dura. Pero esta ventana tan sólo incita al salto, a volar hacia ella, rumbo al lado obscuro, la ventana que se encuentra con nosotros en el instante menos esperado disfrazada de algo más... quizá en una fotografía... como la que ví en una exposición, en ella una enclenque viejecita camina por la calle, casi a punto de cer, seguida por tres famélicos canes callejeros, el título es desgarrador: «La comida». Lo más sencillo es quedarnos en lo fácil, en lo razonable, en lo explicativo de «este lado», en este caso es claro que la anciana lleva el alimento de los perros y se dispone a entregarlo en un acto de piedad en demasía. Lo difícil viene cuando se trata de tomar impulso y lanzarse; preguntarnos ¿no será la abuelita el alimento?
La ventana, mejor dicho, las probabilidades de lo que puede haber atrás, son las que provocan el cuestionamiento: cuestionar los valores, cuestionar la vida, el amor, la religión, las viejas y podridas reglas del juego, la indiferencia. Pasarse al lado de la mierda donde resurge la belleza pura, la poesía. Pero, si ni siquiera se mira la ventana —si no se hace el esfuerzo por encontrarla— ¿cómo cuestionarse? Y he ahí el problema, grave problema. Cómo ser libres en soledad si una libertad con condicionantes no puede llamarse libertad. Cómo dar el salto para aislarnos sin aislarnos, ese es el quid, de ello la insatisfacción, la semilla que habrá de conducirnos a la locura, la necesidad de morir, el temor a intentar el salto.

p.s.: La ventana puede ser o no ser Cortázar, eso es lo de menos, la preocupación de seguir mecánicamente con una actitud de puta madre.

lunes, septiembre 01, 2003

"¿Encontraría a la Maga?". Eso fue lo ultimo que le escribí a Lety antes de que se cortara la comunciación. Toda la tarde ha estado fallando la conexión a la red. Es desesperante. Es una moderna incomunicación. Una censura virtual. ¿Autocensura? Ayer quedamos que vendría a mi casa. Trabajaríamos en varios proyectos de la editorial. Ha dicho que ha timbrado. Y le creo. Toda la tarde estuve aquí y jamás oí el timbre. Alguien nos ha gastado una broma de mal gusto. ¿Alguien? Desesperación. El silencio es como la gota de agua que cae lentamente en la cabeza. Hasta volvernos locos. Le he sugerido que se meta al blog. ¿Lo hara? "¿Encontraré a la Maga?"
Notas de cuadernos anteriores
1997


La Ventana (Apuntes)

1
La ventana, ese cuadro, signo admirativo y de interrogación al mismo tiempo, me hace señas divertida, incita a perturbar su transparencia, sabe que la miro, que la observo de reojo, que finjo no verla pero que sí lo hago. Se trata de un juego casi infantil, persecutorio , sagrado.
Tras el hueco la presencia sensible de lo conocido-intrascendente, el jardín y el sol sobre el pasto reposando en esta tarde —un espacio de silencio, luego una pieza de múscica clásica—, y hay un cambio químico, una metamorfosis en el tiempo, ese frágil y escandaloso himen de la raza humana. Aunque le he dado la espalada a la ventana (al poema-a la poesía) sé que en el instante en que vuelva el rostro ya no estará el jardín, ya no será jardín, ni sol, ni cielo, ni casas, ni tinacos, ni antenas de televisión. Será de nuevo esa no certeza sospechosa de que el otro lado es un poema, de que hace falta un puente.
Algo oculta la ventana —sin duda—, es entre la ventana y el que mira, es suspenso, péndulo, animosidad previa a los grandes gritos, energía potencialmente infinita e insaible.
Quizá el error consista en pretender introducir en un estrecho embudo una concepción lógica del mundo, una concepción-razonamiento universal en el que sin embargo, se preserva la hermosa sensación de caos.
He aquí la angustía, el temor a lo otro que soy yo mismo.
Reposo. Desde esta perspectiva la claridad acecha, la poesía me rodea con miles de mirillas apuntando a mi cabeza, intento comprender, tarde, como la tinta sobre esta hoja de papel puedo ser yo.
Fragmentos
Notas de cuadernos anteriores
Este de 1996

Cada libro que leemos es un plato que alimenta el espíritu. Leemos invitados por un título o tras las huellas de algún autor ya conocido y paladeado por nosotros. ¿Por qué lee uno? ¿Para qué? Es difícil contestarse. Para muchos se trata de un juego ¿no decía Cortázar de la existencia de lectores hembra y lectores macho?
Leer es un misterio que se devela página a página para el que guste de tal habito: una revelación